Amor y placer: ¿podrías tener una relación abierta?

Publicado el: 2 diciembre, 2020

Mantener una relación abierta o liberal, es decir, un vinculo amoroso en la que ambos miembros pueden tener encuentros eróticos con otras personas con conformidad de todas las partes, no es algo muy común en nuestra cultura. Sin embargo, el tema se ha vuelto un debate importante en nuestros días para quienes quieren comprender o justificar la elección.

Plantearse una relación abierta es romper con una idea muy arraigada en la cuestión de las parejas: la exclusividad sexual. A diferencia de la fidelidad, cuyo caso se cree tradicionalmente que es el no tener relaciones sexuales con otras personas más allá de la pareja, realmente es un concepto que va más allá. Según la RAE es la lealtad que alguien debe a otra persona.

Una relación monógama da por hecho que la exclusividad en las relaciones eróticas es la fidelidad. En contraste, las relaciones no monógamas consideran que la fidelidad es no romper con los acuerdos que se han establecido entre ellos, sean estos los que cada pareja pacte. Por ejemplo, si una pareja tiene como norma contarse cualquier encuentro erótico con otra persona, si un día uno no lo cuenta, estará siendo infiel.

Otro sentido, es que para ser infiel, no es necesario acostarse con otra persona que no sea la pareja. En realidad, ser infiel también implica “infidelidad” en la cabeza. Es decir, pensar o desear a alguien que no sea tu novia, novio, esposo u esposa. Otra cuestión es, el bienestar de la pareja en todos los sentidos. Por ello, la comunicación y la confianza es lo más importante.

La clínica del poliamor

Cecilia y Juan Pablo están en pareja desde hace 13 años aunque se conocen desde la adolescencia: cursaron juntos en el mismo secundario católico, en Berazategui. Al comienzo, fueron una pareja “tradicional”. Hoy, en cambio, mantienen una “relación abierta”: Cecilia tiene dos parejas. Juan Pablo, tres.

“Tuvimos una relación monogámica durante seis años y fue muy feliz”, cuenta Cecilia Figlioli (34), licenciada en Ciencias Políticas. Mientras eran una pareja de dos, coinciden, nunca existió el control: “No había problema en organizar planes por separado y ver a un ex no significaba un conflicto marital. El control en las parejas está tan normalizado que siempre fuimos los ‘bichos raros'”.

Hablan, por ejemplo, de parejas que se revisan el celular, que exigen que el otro les envíe su ubicación por whatsapp para comprobar dónde están o que deben pedirse permiso para hacer planes individuales. “Un sabotaje a la vida del otro”, sentencia Juan Pablo D’orto, 34 años, analista de sistemas.

En ese contexto apareció, hace seis años, “una inquietud intelectual”. “Veníamos debatiendo sobre las sociedades, la política y la construcción de poder. Y en una de esas charlas nos enteramos de que había sociedades que no se organizaban desde la monogamia”, cuenta ella.

Fue ahí que aparecieron las primeras preguntas: “¿Qué pasaría si te dieran ganas de besar a esta amiga mía que te gusta? ¿Se me iría el amor por vos? ¿Y si a mí me dieran ganas de hacerlo con otra persona?”. La respuesta a si el amor entre ellos “mágicamente desaparecería” fue la misma: no.

Sin demasiada información, le dijeron adiós a la monogamia y fundaron una “relación abierta”. Es decir, un modo de vincularse en el que pueden tener más de una relación amorosa y sexual en simultáneo, siempre y cuando haya consenso del otro (y de los otros). Ese consenso es lo que lo diferencia del engaño y, por lo tanto, de la infidelidad.

El acuerdo en las “relaciones abiertas” depende de cada pareja: hay algunas -cuentan- que deciden dejar de tener exclusividad sexual: cada uno puede tener sexo con quien quiera pero no “engancharse”. En el caso de Cecilia y Juan Pablo, no sólo es sexo.

Pensando en la soledad que sintieron cuando salieron del “policloset”, crearon una web llamada “Relaciones abiertas“, donde ofrecen herramientas para quienes practican relaciones alternativas a la monogamia (como la “Agamia” -no formación de pareja-, la “Anarquía Relacional” o las “tríadas” -relaciones en las que tres personas están involucradas romántica y sexualmente entre sí-).

 

¿Cómo saber si una relación abierta está hecha para ti? Puedes empezar planteándote una serie de cuestiones:

  • ¿Eres capaz de separar el sexo del amor?
  • ¿Te gusta replantearte lo establecido?
  • ¿Hablas de sexo, de deseos, de fantasías con tu pareja sin tapujos?
  • ¿Puedes imaginar a tu pareja con otro/a sin que te moleste?
  • ¿Tienes claro cuáles son tus prioridades en la relación?
  • ¿Eres empático/a?
  • ¿Disfrutas cuando tu chico/a lo está pasando bien?
  • ¿Confías en tu pareja?
  • ¿Crees en la honestidad por encima de todas las cosas?
  • ¿Hablas de forma abierta, de cualquier tema, con tu pareja?
  • ¿Puedes pasar de lo que opinen los demás sobre vuestra relación?

Si la mayoría de respuestas por parte de los dos son sí, hay una buena base para intentar una relación abierta. Aunque nada garantiza su éxito, este depende de la propia pareja y de cómo lo gestione.

 

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