Viviana Bishop y el tango

Publicado el: 21 junio, 2016

Por Fabián Soberón

                                                                        A Viviana, Raúl, Lucio, Bárbara y José Rocha

Marcha en línea recta el tren. Recorre la pradera y hunde sus ruedas en las vías como un coloso de humo. La estación de Mastic Shirley está desierta y guarda en los rincones anodinos restos de un pasado esplendor.

El tren se detiene. Al rato, la camioneta de Viviana Bishop tiene el tamaño de su corazón: un animal enorme. Sin preámbulos, nos lleva por las calles angostas y las avenidas silenciosas. Es domingo y el bullicio no existe. Mastic Shirley es un suburbio impensado de Long Island.

Ni bien aterrizamos en su casa, recorro el jardín amplio, el sótano húmedo y los cuartos ordenados. El entorno verde es proverbial y contrasta notoriamente con las insomnes y nerviosas calles de Manhattan.

Viviana prepara rápidamente milanesas que ya repiquetean en la cocina. Desde esa posición, me habla de sus inicios en el tango. Al lado suyo esta Raúl, el compañero infatigable. La escucho mientras miro, embelesado, las fotos y un libro, el de Juan Carlos Copes, con una dedicatoria en la primera página. Inopinadamente, me detengo en el cuadro que forma la ventana con el tranquilo exterior. Después sabré que rodean el predio unos vecinos y una casa derruida por el amor y la traición.

El tango es un sentimiento incomparable, dice Viviana y Raúl la mira y asiente con la cabeza. Los imagino en la pista, con las piernas gráciles, sutiles y furiosas. Ella da un brinco y su cuerpo se estira como una ondulante cinta roja y Raúl la recibe y la empuja en un ademán rápido y elástico.

El zumbido de las milanesas agita el aire y el olor gana mi olfato. Almorzamos juntos. Las risas abundan entre los roces de cubiertos y el brindis inevitable.

Viviana tiene los ojos en el pasado. ¿Cómo brilla el ayer en el cuerpo? Cuando ella baila, en sus piernas y en las vueltas en el aire, están la ciudad como un jardín y las pistas, las salas de ensayo, las caminatas recuperadas, la casa de Tucumán, el último viaje: la materia insoslayable del tiempo. En el tango, esa música que es cuerpo y bandoneón, están cifrados los primeros pasos, las clases esforzadas, el viaje a Capital Federal, el feliz aprendizaje y el exilio como un mapa de la lucha.

Salimos en la camioneta con la idea de comprar unas botas para el frío. Ya estamos en la ruta y Viviana no abandona el tango. Nunca lo abandona. Ahí me entero de sus viajes por EEUU para dar clases de baile, de la última vez que estuvo en su ciudad natal y que desde entonces no ha podido volver. ¿Cómo se forma una ciudad en el olvido?, pienso y las ruedas chirrían en una curva y me indica con la mano la cercanía de la playa, el sol, la arena infinita.

En el regreso a la estación de Mastic Shirley, repaso el gesto generoso de Lucio, el hijo de Viviana. En medio de la charla interminable, Lucio le ha regalado un trofeo de fútbol a mi hijo Bruno. Y desde ese instante Bruno no puede cerrar su boca hecha de una alegría más grande que la cara.

La luna alta posa su pie de plata en el camino. No sé por qué siento el oprobio bueno de la luna en mi corazón. Bajamos de la camioneta y Bruno sopesa el trofeo como un exvoto jubiloso y único.

Nos paramos al lado de las vías como aurigas del futuro. Solo se ven las luces diminutas y agoreras de un tren nocturno.

Es la hora de la partida.

El tren roza las vías con sus tentáculos de acero frente a nuestros cuerpos cansados. Empieza a moverse y agitamos las manos desde el primer piso. Detrás del vidrio traidor, veo las siluetas de Lucio, Viviana y Raúl. Son las sombras de un ayer que no se acaba nunca.


Photo Credits: Cecilia Heinen

Fabián Soberón es escritor, profesor universitario y crítico. Ha publicado la novela La conferencia de Einstein(1era. edición UNT, 2006; 2da ed. UNT, 2013), Vidas breves (Simurg, 2007) y El instante (Ed. Raíz de dos, 2011), las crónicas Mamá. Vida breve de Soledad H. Rodríguez (Ed. Culiquitaca, 2013) y Ciudades escritas (Eduvim, 2015).

Fuente: https://www.viceversa-mag.com/viviana-bishop-tango/

 

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