El papa Francisco falleció este jueves a las 7:35 de la mañana en Roma, tras sufrir un ictus, o accidente cerebrovascular, provocado por una grave insuficiencia cardiocirculatoria. A pesar de su delicado estado de salud, el Sumo Pontífice continuó cumpliendo sus funciones hasta el final, mostrando su compromiso con la fe y el pueblo católico incluso en sus últimas horas de vida.
Según informó el diario italiano Corriere della Sera, Francisco se despertó a las seis de la mañana en un estado relativamente estable, pero una hora después sufrió un fuerte malestar. A las 7:35 se confirmó su muerte. Su cuerpo ya se encontraba debilitado por varias infecciones respiratorias que habían motivado internaciones recientes en el Policlínico Gemelli. Aunque los médicos le habían indicado reposo total, ventilación asistida e incluso aislamiento, él se negó a dejar de cumplir con su labor pastoral.
En sus últimos días, sorprendió a muchos al continuar saludando a los fieles, sonriendo y bendiciendo. Mantuvo reuniones importantes, como con el rey Carlos del Reino Unido y el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. Horas antes de su muerte, aún participaba de encuentros y tuvo su último contacto con la multitud, donde se lo vio con gestos tiernos hacia los niños y compartiendo palabras de esperanza.
Algunos testigos notaron signos de dificultad en su respiración, rigidez en un brazo y la asistencia de una persona que parecía darle masajes. Sin embargo, Francisco prefirió no mostrar su fragilidad y seguir transmitiendo su mensaje de paz, unidad y compasión.
El cardenal vicario de Roma, Baldassare Reina, fue quien anunció su fallecimiento y lo despidió con palabras de cariño: “Lloramos al testigo del Evangelio, al pastor misericordioso, al profeta de la Paz”. La imagen final de Francisco, esforzándose por impartir su bendición con voz débil y respiración entrecortada, quedará grabada en los ojos del mundo.
