Víctor Hugo Herrera, un preso de 37 años que estaba alojado en la comisaría de Los Pocitos, murió el 2 de mayo tras ser brutalmente golpeado por otros internos, y un informe preliminar de la autopsia confirmó que su muerte fue consecuencia directa de las torturas sufridas. La Justicia ahora investiga si hubo abandono de persona o encubrimiento por parte del personal policial que debía custodiarlo.
Herrera cumplía una condena de tres años por robo y le quedaban pocos meses para recuperar la libertad. Según denunciaron sus familiares, el 29 de abril fue atacado en la celda por otros detenidos, quienes lo golpearon, le tatuaron la palabra “rata” y dibujos obscenos, intentaron borrar las marcas con quemaduras y le arrojaron harina en los ojos para que no pudiera reconocer a sus agresores. Dos días después, el 1 de mayo, fue llevado al hospital Padilla en grave estado y falleció al día siguiente.
El informe forense confirmó que presentaba hematomas, fracturas en la clavícula y costillas, coágulos en el cerebro y quemaduras. Aunque todavía no se confirmó si fue víctima de abuso sexual, su familia afirma que tenía lesiones en los genitales. Un dato que llamó la atención es que el calabozo donde ocurrió el ataque está al lado de la guardia policial, lo que hace sospechar que hubo omisión o complicidad.
La Fiscalía, a cargo de Carlos Sale, ordenó el traslado de tres detenidos identificados como los principales agresores al penal de Benjamín Paz. Además, se analiza ampliar la causa para investigar la actuación de los policías de la comisaría, que podrían ser imputados por no cumplir con su deber de custodia. También se investiga cómo ingresaron drogas y medicamentos al calabozo.
Un testigo clave en la causa es otro preso que dijo haber sido torturado anteriormente en la misma celda. En tanto, el abogado de la familia Herrera, Javier Lobo Aragón (h), denunció que la víctima no recibió atención médica a tiempo: “Lo agredieron el martes y recién lo llevaron al hospital el jueves. Es evidente que lo abandonaron”.
El Ministerio de Seguridad confirmó que inició una investigación interna para saber si hubo negligencia o encubrimiento por parte del personal policial. Mientras tanto, los agresores siguen alojados en la misma comisaría, lo que preocupa a la familia porque podría poner en peligro a los testigos y entorpecer la investigación.
Una de las hipótesis más fuertes que maneja la Justicia es que Herrera habría robado una tira de psicofármacos a otro interno, lo que habría provocado el castigo. Ahora la Fiscalía deberá definir si imputa también a los policías de guardia por abandono de persona y espera resolver en los próximos días la situación procesal de los tres agresores.




