El expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, falleció este martes a los 89 años en su chacra de Rincón del Cerro, cerca de Montevideo, a causa de un cáncer de esófago que había hecho metástasis en los últimos meses. La noticia fue confirmada por el presidente electo Yamandú Orsi, su heredero político y una de las personas que mejor representa su legado.
Mujica fue una de las figuras más queridas y reconocidas de América Latina. Gobernó Uruguay entre 2010 y 2015 y se destacó por su estilo de vida sencillo, su compromiso con las causas sociales y su defensa de los valores democráticos. En su juventud fue militante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, por lo que pasó 14 años en prisión durante la dictadura militar, muchos de ellos en condiciones muy duras.
Después de recuperar la libertad en 1985, Mujica continuó su camino en la política democrática. Fue legislador, ministro de Ganadería y finalmente presidente. Su imagen recorrió el mundo por su humildad: vivía en una chacra, usaba ropa de trabajo y andaba en una moto, lo que lo llevó a ser llamado “el presidente más pobre del mundo”.
Durante su gobierno impulsó leyes progresistas, como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación de la marihuana. También apostó por las energías renovables y buscó una mayor integración energética con Brasil. Aunque tuvo críticas por temas económicos y algunos proyectos inconclusos, dejó una huella profunda en la historia de Uruguay y del continente.
En abril de 2023 anunció que tenía cáncer. A pesar de recibir 32 sesiones de radioterapia, su salud empeoró. En enero de 2025 confesó públicamente que la enfermedad había avanzado y pidió vivir sus últimos días en paz, acompañado por su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, y sus animales.
Hasta el final, siguió siendo una figura de consulta y respeto. Recibió a dirigentes, artistas y periodistas en su casa, y el 24 de noviembre de 2024 celebró junto a Topolansky la elección de Yamandú Orsi como presidente, un triunfo que representó la continuidad de su proyecto político.
Mujica pidió ser enterrado en su chacra, junto a su perra Manuela, un símbolo de su vida simple y cercana a la tierra. Su partida deja un gran vacío, pero también un legado de honestidad, lucha y esperanza que seguirá inspirando a generaciones futuras.
