La Municipalidad de San Miguel de Tucumán homenajeó este miércoles al querido Carlos Oscar Rojas, conocido como “el señor de los cubanitos”, al cumplirse un año de su fallecimiento. La ceremonia, realizada en la peatonal Muñecas, entre Mendoza y San Martín, incluyó el descubrimiento de una escultura que recrea su figura y un emotivo reconocimiento a quien, con su traje impecable y su sonrisa constante, fue parte del paisaje urbano durante décadas.
El acto fue encabezado por el secretario General municipal, Rodrigo Gomez Tortosa; la secretaria de Cultura, Soledad Valenzuela; y la directora de Promoción de Eventos, Natalia Zanotta, junto a funcionarios, familiares, escultores y vecinos. Durante la jornada, se repartieron cubanitos rellenos con dulce de leche, como los que Don Rojas ofreció durante toda su vida.
“Don Rojas es parte de la identidad de Tucumán; generaciones completas disfrutaron de sus cubanitos”, destacó Gomez Tortosa, quien remarcó que el patrimonio de la ciudad “también está hecho de personas bellas como él”. Valenzuela recordó que el homenaje fue un pedido expreso de la intendenta Rossana Chahla, debido al enorme cariño que despertó el vendedor en la comunidad.
La escultura, realizada en resina por Celeste Rojas y Jacob Paz, fue creada a partir de fotos, testimonios y recuerdos de quienes lo conocieron. “Quisimos que fuera un monumento al trabajo”, expresó Paz. Su compañera agregó: “Esperamos que los tucumanos la disfruten; es un homenaje a una persona buena, trabajadora y muy querida”.
El momento más emotivo llegó con las palabras de Jorge Farías, hijo del corazón de Don Rojas, quien agradeció el homenaje y recordó el origen de su historia. Contó que Don Rojas comenzó a vender cubanitos en los años 50, luego de ver a un niño llorar porque su madre no podía comprarle uno. Él se lo regaló y esa sonrisa lo marcó para siempre. “Al otro día se compró un smoking y una bandeja, y así empezó. Siempre decía: ‘yo vendo dulzura y felicidad’”, relató.
La figura de Don Rojas, que durante décadas caminó el microcentro repartiendo amabilidad, queda ahora inmortalizada en la peatonal, como parte del patrimonio afectivo y cultural de todos los tucumanos.
