El Gobierno de Javier Milei atravesó esta semana uno de sus momentos más difíciles en lo político y económico desde que asumió en diciembre de 2023. Entre el lunes y miércoles, el Banco Central tuvo que vender U$S1.110 millones para intentar frenar la suba del dólar, que llegó a $1.515, mientras que el riesgo país superó los 1.440 puntos. A esto se sumó la noticia del Indec de que el Producto Bruto Interno (PBI) cayó 0,1% en el segundo trimestre de 2025 frente al anterior, lo que pone en duda la meta oficial de crecer 5,4% en el año.
El ex presidente del Banco Central, Guido Sandleris, advirtió que la falta de dólares de respaldo agrava la vulnerabilidad del país y habló directamente de una “crisis”. En tanto, la inestabilidad cambiaria golpea a empresas y familias: sin un dólar de referencia claro, muchas operaciones se frenan, desde compras de insumos hasta ventas de bienes y servicios.
Las tasas de interés, que se dispararon para evitar la dolarización, llegaron a rendimientos cercanos al 100% anual, encareciendo los créditos, las tarjetas y los préstamos. Si bien hoy los plazos fijos promedian un 54,46% de interés, el financiamiento sigue siendo caro y afecta tanto al consumo como a la producción.
El impacto ya se siente en la vida diaria. Según un informe de la Universidad de Palermo, el consumo privado cayó 3,2% en agosto, mientras que las ventas en supermercados bajaron 5,1% y los mayoristas un 8,1% en comparación con el mismo mes del año pasado. Aunque sectores como el automotor se mantuvieron firmes, los restaurantes tradicionales sufrieron una caída interanual del 4,5%.
En este escenario, los analistas coinciden en que la incertidumbre es el único punto claro: la estrategia del Gobierno para controlar el dólar y sostener la estabilidad económica muestra límites cada vez más visibles.
