Yerba Buena se convirtió en la ciudad de mayor crecimiento demográfico de Tucumán y de la Argentina, con un aumento del 36% en su población en la última década, según el Censo Nacional 2022 del Indec. Hoy cuenta con 102.700 habitantes, y su desarrollo contrasta con el de San Miguel de Tucumán, que con 590.300 habitantes solo creció un 5%. El cambio marca una nueva dinámica metropolitana, donde Yerba Buena dejó de ser un “barrio dormitorio” para transformarse en una ciudad con identidad propia, activa en servicios, educación, gastronomía y comercio.
El arquitecto Gerardo Isas, especialista en planificación urbana, explicó que “Yerba Buena dejó de ser suburbio; hoy es un polo de desarrollo”. El crecimiento del Gran Tucumán se dirige con fuerza hacia el oeste, especialmente a lo largo de la avenida Presidente Perón, donde se concentra la mayor expansión económica y demográfica de los últimos años.
Esta avenida, que nació como un paseo residencial, se convirtió en un corredor comercial y gastronómico de primer nivel, con marcas nacionales, cafés, coworkings, clínicas privadas, gimnasios y oficinas. Desde 2020, se habilitaron más de 120 nuevos emprendimientos entre locales, centros empresariales y desarrollos residenciales. “En la Perón se da un fenómeno de ciudad en miniatura: la gente vive, trabaja y se recrea en el mismo lugar”, destacaron desde el municipio.
El atractivo urbano también impulsó una fuerte inversión privada. En los últimos tres años se presentaron más de 70 proyectos de construcción, que incluyen edificios residenciales, condominios, locales comerciales y desarrollos mixtos. Los nuevos conjuntos habitacionales en la zona norte, los condominios sobre la avenida Perón y Solano Vera, y el avance en áreas como Marcos Paz, San José y Aconquija reflejan el constante proceso de urbanización.
Las constructoras encontraron en Yerba Buena un mercado sólido, con un valor del metro cuadrado superior a los US$ 1.600 en proyectos premium y preventas que se agotan rápidamente. Desde el Colegio de Arquitectos explican que “las inversiones se dispararon después de la pandemia, cuando muchos tucumanos decidieron mudarse cerca del cerro”.
El crecimiento también se nota en la movilidad urbana. Cada día circulan por Yerba Buena unas 7.000 bicicletas, 47.000 motos y más de 130.000 autos y camionetas, además de entre 22.000 y 32.000 peatones que se desplazan por su actividad comercial, educativa y turística.
El desarrollo del oeste tucumano incluye también a Lules, que creció un 30%, y a Tafí Viejo, con un 39%, mientras que Tafí del Valle se expandió un 34,5% impulsado por la construcción en torno al dique La Angostura.
Sin embargo, este avance trae nuevos desafíos: la infraestructura, el tránsito, los servicios y la planificación territorial. “El reto de Yerba Buena es crecer sin repetir el desorden de otras ciudades. Su desarrollo debe ser sostenible y equilibrado”, advirtió Isas.
Mientras la Capital tucumana mantiene su tamaño, Yerba Buena se consolida como el símbolo de una nueva etapa para la provincia, con una población más joven, dinámica y moderna, y con el cerro como horizonte de expansión.




