Carlitos Balá festeja sus 95 años

Publicado el: 13 agosto, 2020

El reconocido artista Carlitos Balá cumple este jueves 95 años. Creador de grandes latiguillos e hitos en su carrera, los cuales marcaron las generaciones de varios argentinos.

Un visionario, un artista capaz de manejar un humor inédito no solo en Argentina. Carlitos Balá llegó primero a todo (y a todos). Como suele suceder, los niños fueron los primeros en disfrutarlo, y comprenderlo, por su condición acrítica y abierta al disfrute.

Su interés por el ambiente artístico fue motivado por Norma, la menor de las Balaá -apellido original de la familia-, quien reconocía una chispa única en su admirado hermano Carlitos. Pero era tan tímido que incluso se resistía a participar en las obras de las escuelas.

Curiosamente, el pibe con el flequillo más icónico consiguió vencer sus miedos en su primer escenario: el colectivo 39, donde comenzaba a bromear cada vez que se subía.

Lo mío es vocación: no estudié ni me perfeccioné en ninguna academia”, se definió a sí mismo el actor cuando fue distinguido como figura ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, en 2017.

En sus comienzos apareció en radio y luego en televisión en “La revista dislocada” (1952), junto a Délfor Amaranto. Después de esa experiencia, durante los 60 y los 70, el humorista comenzó a ocupar un lugar central en la televisión en programas propios y muy exitosos como “El flequillo de Balá”, “El clan de Balá”, “El circus show de Carlitos Balá”, “El circo mágico de Carlitos Balá”, y “El show de Carlitos Balá”.

En el cine, tuvo participación en: “Brigada en acción” (1977), “Dos locos en el aire” (1976), “Somos los mejores” (1968), “¡Esto es alegría!” (1967), “La muchachada de a bordo” (1967), “Canuto Cañete, detective privado” (1965). “Canuto Cañete y los 40 ladrones” (1964) y “Canuto Cañete, conscripto del siete” (1963).

Algunos de sus latiguillos más conocidos, y que aún se siguen utilizando:

1- Eapepé: Mientras que el muchacho de flequillo inventó el “gestito de idea” como una suerte de “okey”, el ea-pe-pé (o simplemente EAPP) sirve como un llamado de atención que muchos han adoptado y siguen implementando. Recientemente, se animó a bromear con el lanzamiento su propia aplicación móvil: E-APP.

2- Sumbudrule: ¿Una burla? Puede ser. ¿Un gestó de disgusto? También. Su gracia sigue radicando en esa condición de ser casi inclasificable. Carlitos no ganaba nada haciéndole una suerte de araña con sus dedos en la nuca de los partenaires que tenía en sus sketches. Eso sí, generaba muchísimas risas.

3- El Chupetómetro: Cuando se dedicó exclusivamente al humor infantil -tras brillar en la comedia con sus memorables personajes, como el “portero” o “el hombre de Buenos Aires”-, el humorista le dio un carácter didáctico a sus presentaciones y él más recordado es sin duda ese empujoncito que le daba a los chicos para que dejaran el chupete y se lo entregaran él para colocarlo en ese mágico contenedor al que llamó “chupetómetro”.

4- ¿Qué gusto tiene la sal?: Lo redundante se vuelve ingenioso en boca de Balá. En el caso en cuestión, impuso una frase que se grabó a fuego en los argentinos y todavía sigue vigente. Por otra parte, Charly García se encargó de reciclarla en otro clásico: la sal no sala, y el azúcar no endulza.

5- Za za za za: Se adelantó a los centennials en eso de cambiar algunas letras de una palabra para darle su impronta. Y en ese sentido, esta es la más recordada y simple: cambiar la “J” de sus carcajadas por una “Z”. Una risa contagiosa por lo inesperado, imprevisible.

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