Cuál es el mayor miedo al que se enfrentan los jugadores de Vélez acusados de abuso sexual durante su detención

Publicado el: 21 marzo, 2024

 

-No….no me digas eso. Decime cuando me voy por favor. 

El arquero Sebastián Sosa ya se había hecho la idea: tenía-y tiene- una esperanza de recuperar la libertad en las próximas horas.  Sin embargo, sus abogados ya le dijeron que el mayor inconveniente es el feriado extra largo de Semana Santa, que deja apenas tres días hábiles para realizar todo el trámite de su salida en libertad. Por eso, los letrados trabajan a contrarreloj por estas horas. La grave acusación por abuso sexual a una joven de 24 años que investiga la Justicia concita la atención de un país.

Los cuatro acusados se encuentran ya-recién desde ayer-separados del resto de los detenidos en la Dirección General de Investigaciones. Antes, habían llegado a compartir la celda con otros presos pero la orden de que fueran separados llegó finalmente este jueves.

El miedo estuvo y está latente. Si bien Sosa  hoy respira más aliviado tras la decisión que lo deja en libertad, los otros tres saben que su situación podría haber sido mucho peor de la actual. Es que la resolución de que estarán en un domicilio particular-más allá de que por ahora seguirán privados de su libertad durante 90 días-terminó siendo, con el paso de las horas, una buena noticia que les hizo recuperar el ánimo.

Como se sabe, la fiscal María Eugenia Posse imputó a Abiel Osorio de abuso sexual simple y a Sebastián Sosa de abuso sexual agravado en calidad de partícipe secundario. La víctima, una joven de 24 años, incluso desmintió la versión de uno de los acusados que afirmaba que no había tenido participación en el hecho.  Por eso, en un pasaje muy incómodo durante la audiencia, hubo cruces y desmentidos por lo sucedido en la habitación del hotel donde se produjo el hecho que se investiga. Otras  pruebas-nueva evidencia-podrían surgir de los informes periciales

En tanto, la situación de Braian Cufré y José Florentín es bastante más compleja: la fiscal les acusa haber sido los violadores de la denunciante. Les imputó el delito de abuso sexual agravado por la participación de dos o más personas. Pero lo que verdaderamente temían los acusados era la posibilidad de que se hiciera lugar al pedido de Posse de que quedaran privados de su libertad en un lugar de detención y no en un domicilio particular, como finalmente se decidió. 

El mayor miedo

Es que, de haber sucedido eso, si la jueza Eliana Gómez Moreira hubiera hecho lugar al pedido formal de la fiscal, los imputados podrían haber sido derivados al penal de Villa Urquiza: si bien en un pabellón de no condenados, en un lugar donde hay toda clase de delincuentes que esperan que se defina su situación procesal. Y esto es lo que verdaderamente hacía temblar a cada uno de los acusados, sin mayor experiencia en una situación a la que se enfrentaban. Ahora, más allá de que tres seguirán detenidos podrán hacerlo en un domicilio-que deberán fijar en Tucumán-incluso junto a sus familiares.

Uno de ellos, según se supo, ya está en los preparativos para la mudanza de su grupo familiar.  En tanto dos de los acusados, Cufré y Osorio, tendrían decidido permanecer en el mismo lugar.

Diferente es la situación de Sosa quien, según ventiló un medio nacional, tenía pensado presentarse en el club Vélez Sarsfield para entrenar: esto fue negado terminantemente por la fuente consultada por esta web. “Lo que menos piensan ahora es en el club…ahora la preocupación pasa por otro lado…ellos lo saben”, explicó un allegado al grupo.

Los acusados están acompañados por familiares. La familia de Sosa estaba ya arreglando el trámite de la transferencia de 50 millones de su caución a fin de poder recuperar la libertad.

Mientras tanto, el resto aguarda la conformación de un nuevo tribunal ante la impugnación realizada por sus abogados, en busca de que se revea la decisión de la jueza Gómez y puedan recuperar la libertad.  Esto, según confirmó una fuente judicial, podría llegar a llevar entre 10 y 15 días más. Mientras tanto, permanecerán encerrados en un domicilio, monitoreados con un dispositivo electrónico y una guardia rotatoria de policías en el exterior del lugar que finalmente elijan. Mucho mejor de lo que en algún momento, se les pasó por la cabeza.

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