Escándalo: bajan la pena a violador porque la víctima era un nene gay

Publicado el: 17 mayo, 2015

Por Mauro Szeta-  El fallo es escandoloso por donde se lo mire. Es una muestra más de una cultura discriminatoria y asquerosa.

Los jueces, con palabras “de estilo” convalidan el abuso sexual de un niño. Lo culpan al nene. Lo justifican todo. Le bajan la pena al abusador con conceptos “vomitivos”.

La historia que vamos a contar hoy es real, no es ficción. Los jueces que firmaron esta sentencia lo hicieron sin siquiera ponerse nerviosos. No es la primera vez que lo hacen. Odian a los abusados, justifican a los abusadores.

Siempre tienen un “pero” y con ese “pero” dejan en la calle a criminales deleznables.

Mario Tolosa era vicepresidente del Club Florida, que funcionaba en el predio del Club Loma de San Martín, en Loma Hermosa.Todos los días trasladaba a los chicos que jugaban al fútbol en el club, desde y hacia sus casas. Los llevaba en su camioneta.

 Club Florida.

Tolosa tenía trato frecuente con los chicos, al punto que lo conocían como “el entrenador” aunque no se desempeñaba como director técnico.

El 6 de marzo de 2010, Tolosa llevó a “G”, de 6 años hasta el baño del club. Le bajó los pantalones, le aplicó al menos un cachetazo en el rostro y le introdujo al niño una ramita de árbol en la cola. Inmediatamente después, extrajo su pene y se lo apoyó en el ano del nene, mientras le tapaba la boca para silenciarlo, porque el chico lloraba.

Más tarde, según el expediente, Tolosa trasladó en su camioneta a “G” hasta la casa de éste. Allí, el niño le comentó a su abuela Elena que le dolía la cola. La abuela lo revisó y notó que tenía el ano irritado e hinchado. Luego, la abuela se enteró que “G” le había manifestado a su primo “A”: “Te chupo el pito si me das dos pesos, porque el entrenador le hacía lo mismo si le daba dos pesos”.

La abuela hizo la denuncia en la comisaría de la mujer.

A dar explicaciones, Tolosa fue hasta la casa de “G” y su abuela. Fue agredido por vecinos del lugar.

Como consecuencia del ataque, el niño “G” sufrió diversas consecuencias físicas, emocionales y psicológicas, a saber: enrojecimiento y lesiones descamativas en su ano, angustia, ansiedad, agresividad en el ámbito escolar, bloqueo afectivo, temores a ser violado, entre otras, dijo el fallo.

El Tribunal 3 de San Martín condenó a Tolosa a 6 años de cárcel. La pena no era muy alta. El caso parecía terminado.

Sin embargo, la defensa apeló y encontró en la Cámara de Casación Bonaerense su salvación.

Los jueces Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargues entendieron que había que bajarle la pena al abusador porque no se había tratado de un abuso ultrajante.

 Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargues ya cuentan con otros fallos polémicos.

La valoración que hicieron es escandalosa. Ya la habían hecho en otros casos.

Sostuvieron que, como el nene de seis años, ya había sido abusado por su padre, en su seno familiar, estaba habituado al abuso, estaba habituado al ultraje, y su sexualidad ya estaba defenida.

Palabras más, palabras menos, los jueces justificaron el abuso argumentando “al nene ya lo abusaron y parece que le gustó, y parece que se hizo gay. Entonces, todos los abusos que vinieron después no son ultrajantes, porque no se puede ultrajar a quien ya fue ultrajado”. Tremendo. Entonces, le bajaron la pena al violador a 3 años y 2 meses de cárcel, y lo dejaron libre. Perverso.

Lo escribieron así. Esto es textual. Miren:

“…es claro que la elección sexual del menor, malgrado la corta edad, a la luz de los nutridos testimonios de sus próximos, ya habría sido hecha(conforme a las referencias a la recurrencia en la oferta venal y al travestismo)…”.

-“…Ignoro en qué medida tenga esta aproximación que permiten formular esos aportes su causa en el pasado más remoto del pequeño niño cuyo padre fuera preso por abusador y cuya madre lo abandonara a merced de una abuela que -con todo- no ha demostrado (el fallo lo destaca) demasiado interés en el desarrollo del mismo.”

– “Es por ello que creo que -ausente toda otra imputación referida a un torcimiento del desarrollo sexual del menor- efectivamente el imputado ha tenido para con este infortunado niño comportamientos lascivos, pero a la luz de todo lo dicho y sobre todo en virtud de que la figura excogitada reclama que el abuso sexual haya resultado en concreto gravemente ultrajante, es que debo conceder que no creo que este carácter tan expresamente definitorio de este supuesto de abuso haya concurrido contingentemente. Me afecta al respecto una insondable duda que tiene por base esa familiaridad que el niño ya demostraba en lo que a la disposición de su sexualidad se refiriera. En todo caso y a esa corta edad, transitaba una precoz elección de esa sexualidad ante los complacientes ojos de quienes podían (y debían) auxiliarlo en ese proceso.”

– “Creo que debe degradarse la imputación a la figura del primera supuesto del art. 119 del C.P.”.

– “Llamado a tasar la pena a la luz de la escala penal aplicable, presentes las circunstancias atenuantes debo descartar la agravante de aprovechamiento de la indefensión de la víctima puesto que no consta que el imputado conociera que el padre de la misma estaba preso y que la madre lo había abandonado como que quienes estaban a cargo de ella no le prestaran la debida atención.

– Estimo que la pena debe reducirse a la de tres años y dos meses de prisión, accesorias legales y costas…”

El fallo da asco por donde se lo mire. No es la primera vez que los jueces votaron así. Hace unos años, le bajaron la pena a un pastor violador con el argumento que las víctimas no se podía corromper sexualmente, por segunda vez, a quienes ya venían corrompidas de su seno familiar.

En ese caso se trataba de tres chicas víctimas de un pastor. Los jueces sin ponerse colorados sostuvieron que, como las víctimas eran pobres y vivían en un ámbito donde la promiscuidad “es algo natural”, estaban habituadas a ser corrompidas sexualmente, con lo que el pastor “no hacía más que servirse de una mesa que ya estaba servida”.

Otro fallo espantoso, vomitivo.

Piombo y Sal Llargues ya fueron denunciados en la Magistratura.Mientras tanto siguen haciendo daño con sus fallos.

En delitos sexluales, siempre fallan igual: Para ellos, la culpa, siempre, la tiene la víctima.

Deja un comentario