Tragedia aérea: La colaboración de los lugareños fue fundamental

Publicado el: 10 abril, 2018

El rol que jugaron los vecinos de El Naranjo en el operativo para encontrar al avión que se estrelló esta mañana en la ladera de una zona montañosa fue de vital importancia para el operativo.

 

Fueron ellos los primeros en llegar al lugar. Varios dijeron haberla visto dando vueltas en círculos en el aire y, luego, observaron que de uno de los cerros salía humo, como si hubiera un incendio. Comprendieron de qué se trataba y se lanzaron al monte cerrado para ubicar el sitio donde había caído el avión. Hasta que lo encontraron.

La avioneta había partido del Aeroclub de Yerba Buena a las 9. Como no aterrizó en Garmendia, donde estaba previsto, se activaron los protocolos de búsqueda y rescate. Fue divisada por otra avioneta particular y, luego, por un helicóptero. Pero sólo se podía llegar a pie al lugar.

Los vecinos, que trabajan en plantaciones de limón o en la Comuna, coincidieron en que el cuadro era aterrador. No había sobrevivientes de la tragedia y los cuerpos estaban allí, en pésimo estado. Dos de ellos, aseguraron, estaban calcinados. Pronto comprendieron que las tareas en el lugar iban a ser muy difíciles, porque, para llegar al sitio, es necesario caminar unos 20 minutos y luego subir al cerro en medio de una vegetación tupida, que sólo permite avanzar con un machete en la mano.

No existía camino hacia ese sitio. Los lugareños fueron armando una senda y desmalezando el lugar, para evitar que los socorristas, los amigos de las víctimas o cualquier otra persona se perdiera en la espesa vegetación. También guiaron a bomberos voluntarios, a la prensa y demás personal que intervino en las tareas y ayudaron en varios tramos a subir a la gente.

En la aeronave viajaban los hermanos José y Álvaro Calliera, Javier Zagaglia y el piloto Miguel Urtubey. La Justicia confirmó que no hay sobrevivientes.

La humedad en el lugar es infernal y el calor golpea fuerte, por lo que el personal que participa de las tareas necesitaba provisión de agua. Fue un lugareño quien bajó del sitio, cargó tantas botellas como pudo de agua y volvió a subir. Dando una mano a quien resbalaba, acompañando a quienes tenían dificultad, advirtiendo a los extraños por dónde continuar para evitar que se pierdan, ayudando a cargar sogas u otros elementos, a los lugareños se los vio en todo el duro trayecto que va desde la ruta 301, donde se dejaron los vehículos hasta lo alto de la montaña, donde todavía se encuentran los restos del avión y los cuerpos, que no han podido ser rescatados.

 

 

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